7/16/2009

In Albis


El día antes de mi examen de conducir encontré a Karima que me llevaba de vuelta a casa, más bien su madre.
Llegó “embalá”, frenó, paró y saludó como si de desconocidos se tratara y no me conociese desde hace 14 años aproximadamente. Como si no hablase con mi madre cada vez que la encuentra en la librería o como si no me reconociese…

Había subido el volumen de la música y le peguntó a Karima: “¿Dónde dejamos a estos niños ahora, Kari?” A lo que Karima respondió: “En casa de Adolfo, mamá.”
La cara de Natalia cambió de un moreno playero a un blanco opuesto totalmente al color del coche en el que íbamos (negro): “¿Cóooooomo? ¿Este niño es Adolfo? ¿El niño bajito, gordito, con gafas y que era timidito?” (Lo que más me gustó fue la descripción hacia mí de tímido. Yo, que ya soy conocido en Madrid por llamar todos los días por teléfono o por llamar a cualquier sitio o presentarme sin ningún tipo de problema y es que la verdad, ya me propusieron un trabajo de RR.PP… “Sí mamá, este es Adolfo” La cara de Natalia seguía siendo blanca… No se lo creía.

Cuando paramos en mi casa me dio dos besos, me dio mucha suerte para el examen del día siguiente y me deseó muy buenas cosas para mi futuro en Madrid. La verdad es que no me hizo falta dedicarme al contrabando de tila o manzanilla. Su suerte me vino como anillo al dedo; tanto… que ya tengo carné de conducir.

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